La terraza de Cambados

Época de terrazas, y la de Cambados se supera

¡Hola de nuevo!

Época de terrazas, y la de Cambados se supera. En Sevilla llevamos con «calorcito» desde hace ya varios meses. Fue llegar la primavera, que la sangre altera, y volverse locos los termómetros. Así que olvidamos muy rápido la ropa de abrigo, que tampoco es que hayamos usado mucho, y empezamos a soñar con todo lo que estaba por llegar: buen tiempo, días más largos, más luz, azahar, Semana Santa y Feria, verano… Y terrazas.

Uno de sus atractivos, la calidad de sus productos
Uno de sus atractivos, la calidad de sus productos

Y de una terraza os hablo ahora. De un espacio para disfrutar de las noches de verano de Sevilla, de las normales y de las más peligrosas: esas de «solo una cerveza o un picoteo rápido y a casa que mañana suena el despertador temprano» y en las que te dan las «taitantas» por lo bien que estás con familia, amigos, pareja, novi@, rollete, compañeros…

Restaurante Cambados, ubicado en el barrio de Heliópolis de Sevilla capital (se construyó como barrio residencial de la Exposición Iberoamericana de 1929), inauguró su nueva terraza a primeros de temporada. Es que no pega otra cosa ya que terrazas, ¿o no?

No pude escribir nada tras la fiesta de inauguración (las fotos son de ese momento: es imposible ir vestidos así en Sevilla ahora mismo), pero se lo debía (gracias al equipo de Gourmedia y a Cambados por la invitación, por contar conmigo siempre), porque han sido unos meses de no parar (literalmente), pero el espacio se merece este post.

Historia

Un restaurante, con una gran historia detrás. Lo abrió Manuel Padín Pereira en el bajo del número 12 de la calle Uruguay hace ya más de cuatro décadas. Y sigue estando ubicado en su entorno original: chalés de estilo regionalista, calles con naranjos…

Calidad

Si os gusta la calidad, la cocina mediterránea, el pescado y el marisco (las ostras y los erizos, brutales; pero es que las brochetas, el salmón, igual… Es imposible resistirse a no probar nada de su carta) y acompañarlo con un buen vino blanco, muy, muy frío (en mi caso), o con las cervezas que haga falta, este es un lugar a tener muy en cuenta. Es imposible marcharse sin tomar una copa, o las que se tercien, al terminar, para disfrutar de la noche, una buena charla y la compañía.

Estuvimos más que a gusto. Fue un placer, como siempre, coincidir con amigos como Alfonso Candau y Pipa Porras en una noche de primavera y una luz preciosa. Nos reímos muchísimo, algo que dicen que alarga la vida (hay que reír más y fruncir menos el ceño, aunque eso parece complicado en algún que otro momento), y debemos seguir haciéndolo.

¡Hasta pronto!

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